TRES IMPORTANTES ELEMENTOS DEL CORPUS CHRISTI. PARROQUIA MATRIZ DE EL SALVADOR SANTA CRUZ DE LA PALMA.-

José Guillermo Rodríguez Escudero



1.-  DOS EJEMPLOS DE CUSTODIAS.
                   La custodia que, originariamente era similar a un relicario, se adaptó para exponer el Pan Eucarístico con un dispositivo de cristal. En un principio, se utilizó el “ciborium” (copón) para llevar al altar las hostias y consagrarlas.
                   Provisto de una base desde la Baja Edad Media, el ciborium asumió en el Barroco la forma de “un cáliz más amplio, para portar el alimento” y su tapa se convirtió en una especie de torre que cubría a copón en forma de cáliz. Probablemente en un principio sirvió el mismo copón, pero muy pronto se sintió la necesidad de construir un artículo a propósito, en el cual la hostia fuera colocada en la concavidad de una luneta y fuera más visible. A partir de esta idea se desarrolló el concepto de custodia que hasta hoy tenemos.
                   Afortunadamente, en los últimos años, el Pueblo Palmero ha sabido demostrar su aprecio por el tesoro que cada uno de los templos, en mayor o menor medida, ha ido reuniendo a lo largo de los siglos, y valorar el empeño que la Iglesia ha puesto en conservarlos. No obstante, queda mucho por hacer. Esto es insuficiente.
                   Así, en la suntuosa Parroquia Matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, existen varias custodias maravillosas, concretamente son cinco verdaderas obras maestras, que han cumplido con sobrada dignidad el delicado e importante encargo para el que han sido confeccionadas. Sin embargo vamos a detenernos en dos de ellas, tal vez las más conocidas por el uso externo que se le ha dado.
-          A ) CUSTODIA PROCESIONAL.
                   Esta magnífica custodia de sol fue hecha en plata en su color con algunos adornos sobredorados entre 1664 y 1671 por don Pedro Leonardo de Escovar y Santa Cruz, miembro de una familia de plateros establecida en La Palma desde 1570. Este orfebre se aparta de los modelos de templete al uso en las iglesias del Archipiélago, adoptando uno piramidal con una cupulilla abierta y decoración de columnas en su tercio inferior.
                   Es una custodia de asiento o procesional, compuesta de basamento y cuatro cuerpos escalonados de mayor a menor, de cuyos respectivos techos cuelgan campanillas de plata que repican alegremente durante toda la procesión. Su base es elíptica de poca altura con borde moldurado y pequeñas hojas doradas superpuestas.
                   Como remate, una estatuilla femenina coronada portando cáliz y hostia en la mano derecha y cruz con banderola en la izquierda. Existen discrepancias acerca de esta iconografía. Se nombraba como la Fe, pero al no ir vendada, han surgido opiniones contrarias. Bajo sus pies y sobre la cúpula abierta, pende una campanilla de plata mayor que el resto. Del techo del segundo cuerpo cuelga un incensario bellamente decorado.
                   La decoración vegetal grabada en toda la superficie parece pertenecer a una época posterior, ya avanzado el siglo XVIII.
                   Tiene un total de 162 cms de altura y 56 y 48 cms de ejes en la base y 14 cms la figura de remate. 
                   En el primer cuerpo de la custodia procesional está incluida la custodia de sol, cuyo viril – caja de cristal con cerquillo de oro que encierra la forma consagrada -, lleva intercalados en la moldura del borde dos círculos calados: el primero con pequeñas puntas y el segundo con treinta y cuatro querubines; va rodeado por veinticuatro rayos flameados calados y remata en una cruz también calada.
                   Este tipo de custodia procesional  se desarrolla en el siglo XV para facilitar el culto público al Santísimo Sacramento. Vino a sustituir otra antigua de la que sólo se sabe que “era grande de dieciocho pilares con campanillas”, construida hacia 1664.  En el Inventario de 1669 se nombra como “la custodia de plata  con cuatro altos de pilares y tres ramos de flores de talco en los huecos”.
                   Esta bellísima y valiosa custodia nueva (de 44 cms de altura y 31 cms de diámetro de sol), está documentada como donación de Don Felipe Bautista Poggio el 10 de junio de 1671, quien “la hiso obrar en la ciudad de la Hauana… para que se ponga y sirva en la custodia de plata de quatro altos…” que poseía la cofradía del Santísimo de El Salvador (según el Libro de Tributos de esa Cofradía).
                   Actualmente sigue siendo utilizada para el solemne desfile procesional del Corpus Christi en la capital palmera. Fue dorada posteriormente y se le ha añadido una peana hexagonal sobre volutas para darle mayor altura. Ésta se adhiere a un gran trono cuadrado de plata sobrepujada y es rodeada por cuatro grandes candelabros también de plata de brazos retorcidos, en cuyos extremos soporta fanales bellamente decorados y velas en su interior.
                   La estructura de su mango o astil, exagera su forma bulbosa hasta convertirse en un gran nudo, como en la forma de la base y el uso generalizado de plancha calada – “equivocadamente llamado filigrana”, como nos recuerda la querida y desaparecida profesora Gloria Rodríguez en sus magistrales trabajos acerca de este templo y sus riquezas-, donde se mezclan formas vegetales y humanas, más concretamente desnudos masculinos.
-          B ) CUSTODIA DE SOL.
                   Confeccionada con plata sobredorada, tiene las siguientes medidas: 80 cms de altura, 9,5 cms de diámetro en el viril y 28 cms en el sol; 25,5 cms de diámetro en el pie. Está atribuida por el profesor venezolano don Carlos F. Duarte al platero caraqueño don Francisco de Landaeta, alias “El Morocho” (1721-1802).
                   Estamos ante una impresionante obra de arte, calificada como “la mejor custodia de Canarias”, uno de los tesoros de la platería americana en España. 
                   Tiene un marco calado con tres querubines, un borde recubierto de piedras preciosas y cuatro flores de esmeraldas sobrepuestas. Está rodeado por un grupo de pequeños rayos con un granate central. Tras estos, nueve rayos en punta cubiertos de magníficos diamantes y entre ellos, ráfagas de seis rayos con flores de esmeraldas y granates sobre los flameados. Está rematado con una cruz latina de esmeraldas rodeada de adornos florales de oro y bajo ella, un ramillete en platino y diamantes sobrepuesto a los rayos.
                   En el testamento del comerciante y bienhechor palmero, Don José Gabriel Fierro y Santa Cruz, otorgado en la Ciudad de Caracas el 21 de enero de 1790, ante el escribano Don Antonio Juan Tejera, existe una cláusula, que dice así: “Iten. Es mi voluntad y mando que las tres veneras y el Hábito de Calatrava que visto, se remita a mi sobrino Don José María Fierro, para que la venera grande de diamantes se coloque en la Custodia que di a la Parroquia de la ciudad de La Palma para su mayor decencia, y lo demás lo use en memoria de mi buen afecto…”.
                   En la parte inferior del viril aparece un querubín con dos pares de alas, unas plegadas y otras abiertas, y bajo él, la venera de Calatrava en rubíes y diamantes que el mencionado donante envió en fecha posterior y se colocó en 1829 (Libro 2 de Acuerdos de la Cofradía del Santísimo). Este angelito o “putti”, con rasgos mestizos y los dos pares de alas, es un motivo característico de platería venezolana. Es, según el profesor Duarte, el elemento que constituye prácticamente la firma de Landaeta, de modo que se repite en todas sus obras, que el magnífico orfebre copió de una custodia mejicana de la iglesia de San José de Caracas.
                   Otros estudiosos han definido a esta exquisita joya como el “ejemplo fundamental de la etapa filigranista de la orfebrería mejicana”. No es así, como hemos podido conocer  por los documentados trabajos de la profesora palmera doña  Gloria Rodríguez.
                   El astil comienza con un cuerpo troncocónico recubierto de hojarasca del que parten pámpanos con racimos de granates que se unen a los primeros rayos del sol, apoyándose en él la figura del Cordero en plata. Continúa un pequeño jarrón que tiene un racimo de granates y en el nudo una roseta de diamantes que le regaló un sobrino del donante. La ornamentación del pie se inspira en el rococó combinando cortapuntas lisos con fondos calados.
                   Otros investigadores destacan: “de pie corto y hexagonal, la labor que recubre el astil en una maraña barroca apenas realizada con un hilo de plata sobredorada y que ha sido calificado como ‘crochet en plata’. Hoy está incorporada al gran ostensorio neoclásico del templo”.
                   La profesora Gloria Rodríguez concluye su trabajo sobre este fabuloso ostensorio, diciendo: “En esta pieza aparece un nudo de manzana, arcaico ya puesto que es propio del gótico, y se alarga extraordinariamente el gollete; pero a la vez se introduce la decoración más actual del rococó.”
2.- EL PALIO
                   El magnífico palio de la Parroquia Matriz de El Salvador – el mejor de su género en Canarias-, fue fabricado en la ciudad francesa de Lyon por la “soirie” o sedería de Puitier y Compañía entre 1830 y 1831.
                   Está bordado con hilos de oro, plata, sedas y abundante chapería (huevecillos, lentejuelas) y está compuesto por cielo de raso azul con el Espíritu Santo bordado en plata y envuelto en rayos de oro; y cuatro cuelgas de tisú con arabescas, palmas de adormideras, flores, espigas de trigo y racimos de uvas.
                   El frontal mide 212 x 61 cms y el lateral 257 x 61 cms. Ocupan en el centro de cada una de ellas cuatro alegorías eucarísticas: “la Mesa de la Propiciación, el Agnus Dei, el Pelícano alimentando  a sus crías y el Arca de la Alianza”.
                   A diferencia de los palios españoles, confeccionados con el “género suelto”, este palio está realizado a la “manera francesa”, es decir, con armazón interior formado por cuatro largueros de madera ligera en la parte superior que lo mantienen rígido y extendido.
                   Hemos podido contemplarlo en todo su esplendor, tanto en la exposición lustral “Magna Palmensis” con motivo de la última Bajada de la Virgen en el 2000, como en la procesión de Corpus Christi del año 2003. Inexplicablemente no ha sido así en la siguiente edición del año 2004, empleándose entonces un pequeño palio propio de ermita o de celebraciones intramuros, alejado de la pompa  y el boato que la ocasión requiere y jamás para ser sacado en una procesión de una de las iglesias más suntuosas del Archipiélago. Desde el momento en el que la solemnidad que existía en todos estos actos ha ido decayendo, proporcionalmente, como es lógico, también lo ha hecho la expectación de la concurrencia. Así ha sido en otros lugares. Otro ejemplo: el día en el que se alejó despiadadamente el ejército del magnífico y solemne desfile procesional, lo que hirió a la sociedad, y creo que a la Iglesia, también desapareció la juventud de las aceras. Esto es un hecho probado. Es una pena y una vergüenza que aquí esté pasando lo mismo sin que nadie haga nada. En cuestión de adornos en las calles, estos son inexistentes o pésimos: es mejor no hacer nada. Parece que nadie se ocupa de estos importantes detalles para asegurar la pervivencia de una espectacularidad que ya parece pertenecer a los libros de historia por la estupidez, dejadez o ignorancia de todos nosotros, por permitirlo.
                   Volviendo al envío de este fabuloso palio a nuestra histórica ciudad, éste ha tenido un halo de misterio y polémica. Desde siempre hemos escuchado que su destino había sido la Catedral de Palma de Mallorca y que su llegada a Santa Cruz de La Palma se debió a la confusión con el nombre del destino. Este popular comentario fue desmentido por el comandante de infantería Don Francisco S. Galtier en un documentado artículo titulado «Desvaneciendo una leyenda», publicado en la revista Hespérides en noviembre de 1926.
                   En el Archivo Parroquial de El Salvador existe una carta enviada desde Montpellier a Don Fernando Llanera – amigo personal del sacerdote liberal palmero Don Manuel Díaz-, relativa al palio (8 de julio de 1830), donde se cuenta cómo los Beneficiados de ese templo matriz fueron quienes propusieron el diseño de los bordados, uno de ellos valorado en 3.600 francos (“bien que se harían con una alhaja digna de una catedral”), y que la paloma del Espíritu Santo que adorna el centro del cielo del palio es de plata bordada con radios de lentejuelas de oro, costando de 180 a 200 francos. También en la misiva se reitera la necesidad de acudir a dichos talleres para cerciorarse personalmente del acabado de esta obra de arte, por si se hubiera cometido algún error -como, por ejemplo, una calidad inferior a la solicitada, etc., como había ocurrido en otras ocasiones- y, en consecuencia, se mandase gato por liebre.
                   En el magnífico trabajo publicado en Arte en Canarias. (siglos XV-XIX). Una mirada retrospectiva (2001), siguiendo la bibliografía de G. Rodríguez (1985) y de Jesús Pérez Morera (2000), también se menciona que, “según factura expedida el 1 de octubre de 1831, el palio, costeado por la Manda Pía de Don Cristóbal Pérez Volcán, importó la elevada suma de 15.637,92 francos”; 3.400 el bordado de las cuelgas con oro triple y plata; 200 el del cielo; y 10.880 las 68 anas de tisú de plata y oro fino que se emplearon en su fabricación.
                   Otro dato que echa por tierra la malintencionada leyenda es que, en aquella fecha, octubre de 1831, el palio fue embarcado en Marsella en el buque francés “Dichosa Victorino” con dirección a la capital palmera “en tres cajas marcadas y una cajita”.
                   Otros elementos que, antiguamente eran importantes en ese día eran: el Tabernáculo del Altar mayor (que incluye la ingeniosa y teatral máquina ideada por el Cura Díaz, mediante la cual se acciona el expositor, descubriendo aquella custodia con Jesús Sacramento, en la mejor tradición de la escenografía barroca y calderoniana); la espectacular “Mesa de Corpus”, un gigantesco e impresionante altar efímero que se construía entre las últimas columnas de la nave principal del templo, enfrente del coro; el magnífico “Guión del Santísimo”, de plata, oro y sedas, que necesita ser restaurado con urgencia; el fabuloso y célebre órgano, a punto de convertirse en polvo y cuyas notas “se oían desde el muelle”, como decían nuestros- por aquel entonces-, orgullosos padres; las capas pluviales, ternos y demás lujosos ornamentos sacros empleados para este día, etc. En el tesoro de esta iglesia, también son dignos de mención los seis varales de plata repujada del palio.
BIBLIOGRAFÍA:
FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «Festividad del Corpus Christi en Santa Cruz de La Palma». Diario de Avisos, 3 de mayo de 1967.
HERNÁNDEZ PERERA, J. Orfebrería de Canarias, Madrid, 1955.
LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna- Santa Cruz de La Palma, t. I y II, 1975 y 1997.
PEREZ MORERA, Jesús. Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, Servicio de Publicaciones de CajaCanarias, nº 242, 2000
RODRÍGUEZ, Gloria. La Iglesia de El Salvador en Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1985.
- Idem . La Platería Americana en la Isla de La Palma, Ávila, 1994.
RODRÍGUEZ ESCUDERO, José Guillermo. «El Palio de El Salvador», La Voz de La Palma, nº 190, (del 24 d octubre al 6 de noviembre de 2003)
- Idem. «Las Custodias de El Salvador», El Día/ La Prensa, (12 de junio de 2004)