EL CORPUS CHRISTI EN SANTA CRUZ DE LA PALMA. UNA ANTIGUA FESTIVIDAD

José Guillermo Rodríguez Escudero


Las noticias más antiguas que se tienen sobre esta fiesta litúrgica- instituida por el Papa Urbano IV en 1264 para “adorar, venerar, glorificar, amar y abrazar” este Sacramento-, en la “Villa del Apurón”, se hallan custodiadas en el magnífico archivo parroquial de El Salvador de la capital palmera. Tanto en el primer libro de Mandatos como en el de la Hermandad del Santísimo, juntamente con varias fundaciones instituidas por las primitivas familias palmenses, se comprueba que este culto a Su Divina Majestad (S.D.M.) se inició por los primeros pobladores inmediatamente después de la Conquista de la Isla (1493).
En los Mandatos del Obispo de Canarias Diego de Dehesa y Tello, que tuvieron efecto el 19 de agosto de 1558, se contiene en una de sus cláusulas, en relación con la festividad del Corpus, lo siguiente: “mando que el día del corpus Xpi a la puerta de la yglesia se haga un theatro donde se ponga el sanctissimo sacramento con toda la decencia y hornato posible y en las gradas esten los clérigos y religiosos y allí se hagan las representaciones danças y regocijos y no quisiendolo hacer allí vayan ensu procession sin esperar amas so pena descomunión”. Se trata del dato documental más antiguo que el historiador palmero Alberto-José Fernández García ha encontrado sobre la representación teatral en nuestra isla: “la festividad del Corpus Christi fue el móvil para dar principio al teatro en La Palma”.
El escrito pétreo que se encuentra en el segundo cuerpo de la torre de la Iglesia Matriz de El Salvador, sobre la ventana de la sacristía, perpetúa la memoria de aquel prelado. Fue esculpido con motivo de la pretensión que tenía el Deán y Cabildo Catedralicio de obtener los granos de los diezmos, a lo que se opuso la ciudad.
Estas mismas disposiciones del Obispo Dehesa fueron continuadas por el Arcediano de la Catedral de Canaria, Don Juan Salvago el 15 de agosto de 1574, añadiendo que, antes que dieran comienzo las comedias y las danzas, fueran examinadas por el Vicario “… y si hubiese alguna cosa deshonesta no consientan se haga…”.  La censura sobre este tipo de representaciones que “se acostumbran hacer en la yglesia en los dias del corpus Xpi y de navidad y pascua de Resurecction y otras festividades…donde suelen haber cossas indecentes” se recrudeció con los Mandatos del Obispo Fernando de Rueda del 5 de julio de 1584: “mando qe de aquí adelante el vicario no de lugar ni consienta que se hagan las dhas representaciones sin que primero se traigan ante el asi la obra principal como los entremeses y vistas por el con un teologo si hubiese qeemendar o quitar se quite y enmiende”.
Más tarde, siendo Obispo Fernando Suárez de Figueroa desde 1590 a 1596, se prohibieron las comedias dentro del templo, orden que salpicó a todas las ermitas e iglesias de la Isla. Si el mandato no se cumplía, una pena de veinte ducados recaía sobre el Vicario o Beneficiados para las obras eclesiásticas.
Su sucesor, Francisco Martínez Ceniceros, que ocupó la Silla Episcopal entre 1597 a 1607, continuó prohibiendo estas manifestaciones intramuros, sin embargo sí permitió que se hicieran en el atrio y plazas de las iglesias, después de haber pasado por la censura del Vicario u otra persona docta por si existiera algún elemento indigno, “para el buen ejemplo y costumbre de los fieles”.
Este Obispo dispuso cómo hacer la procesión del Corpus Christi en aquellos años. Al ser ésta la más solemne de las procesiones de las dedicadas al Santísimo Sacramento, “ordenaba que la iglesia se adornara con mucha magnificencia, que los gastos fueran pagados por la Fábrica Parroquial en el caso de que el Cabildo secular de la ciudad no lo hiciera por su cuenta del dinero que por licencia de S. M. el Rey tenían estipulado para gastar en esa fiesta”.  
Así mismo, manifestaba que la Cofradía del Santísimo adquiriera todo lo necesario para contribuir a la solemnidad de tan fausto día, consistente en “sedas, tafetanes, brocados y otros enseres, lo que estaría obligado a facilitar a la iglesia”. La Cofradía y Esclavitud del Santísimo existía desde los primeros años por los primeros pobladores de la isla, como consta en los primeros Mandatos que datan del siglo XVI. Inicialmente, esta Confraternidad no contaba con la aprobación eclesiástica. Tendría que llegar el 26 de mayo de 1632 para que las constituciones se sometieran al visto bueno del Obispo Cristóbal de la Cámara y Murga. Este prelado firmó el auto de aprobación el 28 de julio del mismo año.
La Hermandad contribuía fervorosamente a la majestuosidad y esplendor de las festividades del Santísimo, tanto en Corpus Christi como en la Pascua de Resurrección. A su cargo corría la celebración de la Octava, si bien en sus orígenes, los gastos eran sufragados por la Fábrica Parroquial.
El zapatero Juan González de Acuña, Sargento de las Milicias, perteneció al a Hermandad del Santísimo Sacramento de la Parroquia de El Salvador a la que, por su devoción, hizo gracia y donación de una campanilla de plata para llevar en todas las ocasiones que saliera a la calle el Santísimo Sacramento; mandó que no pudiera desbaratarse ni que la cofradía la usara para otra finalidad. (A.P.N., 1674)
Simón Florencio Rodríguez Montero fue Comisario de la Inquisición y Beneficiado de El Salvador. Había dispuesto la venta de varias joyas de gran valor, heredadas de su madre Josefa de Jesús Felipe para invertir su beneficio en la adquisición del damasco carmesí necesario para el lucimiento del coro, mesa, colcha y cojines de El Salvador en los días de la celebración del Corpus, y lo que sobrase, en terciopelo para capas, paños de hombros y para resto de necesidades parroquiales. Como curiosidad, digamos que la suma de esmeraldas que poseían estas prendas ascendía a 488 unidades.
En dichos Mandatos se ordenaba la procesión de la siguiente forma: primero los pendones de todos los oficios, “atendiendo a su antigüedad y costumbre”. Luego iban los tronos con algunos santos, las cruces procesionales de los conventos e iglesias de la ciudad, siendo la última la de El Salvador, que era acompañada por un subdiácono.
Este acompañamiento de imágenes aparece referido en el Libro de los acaecimientos propios de la Jurisdicción, del Archivo de la Parroquia Matriz. Así se consigna que el 6 de junio de 1776, estando en la calle la litúrgica procesión, empezó a llover, por lo que fue “preciso entrar al Santísimo en la iglesia bajo el palio que lo cubrió rápidamente y poner a los santos que hacían su acompañamiento en los soportales del Cabildo” (hoy Ayuntamiento).
Seguían los religiosos de los conventos observando un estricto orden de antigüedad. La festividad de este día en los conventos dominicos y franciscanos se celebraba desde antiguo en la dominica infraoctava de Corpus. Tenía cada uno de ellos estipulado distintas horas para los cultos con objeto de que no coincidieran los actos.
Venía el Santísimo, cuyas magníficas andas eran portadas por cuatro clérigos, ordenando hacer “cuatro cojines de raso y cuatro horquillas para los descansos”.
Este Obispo ordenó la confección de las preciosas andas procesionales, que costaron 11.825 reales “de buena moneda”, con cuatro pilares dorados y hechas de “madera liviana” y cubiertas en su parte superior con tela de oro. Esta labor fue encargada al Maestre de Campo General de las Milicias de La Palma, Francisco Díaz Pimienta, ilustre marino que participó en la Batalla de Lepanto. El mismo prelado lo nombró Hermano Mayor de la Esclavitud del Santísimo el 16 de octubre de 1603.
Seguía al trono “un mozo de coro que portaba el misal para cantar las oraciones durante estos descansos que se hacían en la calle”. A continuación el Cabildo de la Isla, que tenía el cometido de ordenar esta procesión - que se llevaba a cabo por la mañana-, con varios alguaciles.
Siguiendo con la pormenorizada descripción que nos hace Alberto-José, “en el centro de la Plaza se levantaba un escenario donde tenía lugar la representación del auto sacramental”. Un altar efímero donde era colocado el trono con S.D.M., lleno de velas encendidas, adornado con profusión y candelabros de plata. A ambos lados del templete se situaban las tarimas con asientos para los clérigos y autoridades y aquellas personas invitadas. Estas tribunas tenían que tener la misma altura, calidad y adorno “porque assi conviene ala reverencia de santo sacramento y no es raçon qe delante del ni en otra parte los seglares tengan mas prehemiente lugar y asiento que los ministros de dios…”
Después de estas representaciones, la Sagrada Forma quedaba expuesta durante todo el día para la adoración de los fieles, hasta que, llegada la tarde, se hacía intramuros otra procesión con el mismo orden. En la Octava sucedía lo mismo, por la mañana y por la tarde, dentro del templo.
La fabricación de la magnífica custodia procesional de plata repujada- de 162 cms de altura- que hoy admiramos se inició en 1651, fecha en la que se concluyó el primero de los cuatro cuerpos siguiendo un modelo piramidal, alejado de los de forma de templete usados en las iglesias canarias. Fue finalizada entre 1666 y 1667 por el afamado orfebre palmero Pedro Leonardo de Escovar de la Santa Cruz, Hermano de la Esclavitud. De sus techos cuelgan campanitas de plata. Como remate, una estatuilla femenina coronada portando un cáliz y hostia en la mano derecha y cruz con banderola en la izquierda. Del techo del segundo cuerpo cuelga un incensario de plata bellamente decorado. Vino a sustituir otra antigua que” era grande de dieciocho pilares con campanillas”, construida hacia 1664.
BIBLIOGRAFÍA:
Archivo de Protocolos Notariales de Santa Cruz de La Palma, (A.P.N., Pedro Escobar, 1674; Andrés de Huerta y Perdomo, 1721)
FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «Festividad del Corpus Christi en Santa Cruz de la Palma». Diario de Avisos, (3 de mayo de 1967).
HERNÁNDEZ PERERA, Jesús. Orfebrería en Canarias, Madrid, 1955
HERNÁNDEZ, Gloria. La Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1985.
LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna- Santa Cruz de La Palma, t. I y II, 1975 y 1997.
PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica. La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1995
RODRIGUEZ ESCUDERO, José Guillermo. «El Palio de El Salvador», La Voz de La Palma, nº 190, (del 24 de octubre al 6 de noviembre de 2003)
- Idem. «Las Custodias de El Salvador», El Dia/La Prensa, (12 de junio de 2004)